Ester Segarra
2018-07-25
Por Niklas Göransson
Traducido por U
La fotógrafa española Ester Segarra ha invertido los últimos quince años documentando el metal underground. En celebración de una carrera erguida sobre una voluntad de hierro y una autodisciplina inclemente, ha compilado la antología conmemorativa Ars Umbra.
– El fin es el comienzo, la serpiente devorando su propia cola. He decidido crear este libro como una observación retrospectiva y como una conmemoración de quince años de lo que ha sido mi vida en la fotografía del metal. El proyecto no sólo trataba sobre reunir algunas imágenes, sino de tener una mirada retrospectiva y refleccionar sobre mis logros. Una forma de marcar el final de un capítulo y el comienzo de uno nuevo, esencialmente. Para lograr esto necesité tiempo, y también soledad, y mi vida en Londres fue incapaz de dármelo – así que me fuí a los bosques de Suecia, lo que también me permitió la retrospección y el entendimiento de este gran cuerpo de trabajo que he creado a través de los años.
Tras el árduo proceso de seleccionar entre más de medio millón de fotos, la selección cuidadosamente escogida es Ars Umbra – un libro fotográfico de 220 páginas, el cual incluye 150 fotos, cortesía de Ester Segarra. Cualquiera que haya frecuentado eventos underground en Europa durante la última década seguro ha visto a Ester merodeando con su cámara.
– «Ars umbra» significa arte de la sombra, es un libro del tamaño de un vinilo diseñado para que encaje en tu colección de discos. La edición box-set también incluye un soundtrack en vinilo; una banda sonora basada en la percusión, la cual fue compuesta y grabada por Uno Bruniusson (DEATH ALLEY, MAGGOT HEART) con el propósito de inducir el ritmo y el pulso capaces de alterar la experiencia visual; la música y la fotografía uniéndose en roles invertidos. Las imágenes del libro fueron inspiradas por la música y su soundtrack te lleva a través del instrumento más primigenio de la humanidad: los tambores. Esto es compatible con la aplicación original del poder musical – ritmos ritualistas cuya intención era llevar a tu mente a otro lugar, forzosamente y sin pedir permiso.
La idea de un apéndice audible para el libro le llegó a Ester después de que atendió a un ritual Macumba en Brazil. Macumba es un término general para las varias religiones derivadas del espiritismo afro-brazileño – actualmente es practicado en Brazil, Argentina, uruguay, y Paraguay. Estas costumbres inicialmente fueron traidas al continente por los esclavos africanos durante el siglo 16, y luego procedieron a adentrarse en la sociedad ordinaria una vez la esclavitud fue abolita. El ritual es un aspecto integral del Macumba y los ritos son llevados por medio de percusión tribal orientada al trance, bailes ceremoniales, y sacrificios de sangre y espíritu.
– Fui invitada y se me permitió documentarlo. El ritual se lleva a cabo en dos días, el primero de los cuales sólo está disponible para los elegidos; ofrendas se han hecho y contacto establecido. El segundo día está abierto para todos los que deseen atender, o tomar parte bajo la guianza de un practicante más experimentado. Los tambores rituales son una constante a través de la ceremonia, toman control de los participantes más allá de su control – el poder de la música en su forma más pura y básica. Muchos poderes fuertes y oscuros emanaron… No es para los débiles. Yo no estaba preparada y apenas sobreviví, pero finalmente resultó ser una de las experiencias más reafirmantes de vida que he tenido.
¿Cómo empezaste con la fotografía?
– Mi primer recuerdo de las expresiones visuales teniendo un impacto en mí son de mi infancia temprana – estaba ojeando un libro y me encontré con la foto de un atardecer. Sentada ahí en mi oscura habitación, lejos de las tierras exóticas de ese sol poniéndose, todo se congeló y por un momento fui llevada a ese lugar. A través de nada más que de una imagen, se hizo una conexión a ese lugar extranjero y desconocido; el poder visceral de la fotografía me transportó a otro lugar… sin mi permiso.
Pese al profundo impacto que esta experiencia tuvo en ella, no pudo actuar en el impulso hasta mucho después en la vida.
– Nací y crecí en una familia católica muy tradicional, y en ese entonces la fotografía, al igual que tood el arte, no era una opción seria de carrera. Cuando era una adolescente, junto a los temas tradicionales como la historia, la matemática y demás, estaba la opción de tomar cursos adicionales como la computación, la gastronomía, o la fotografía… Mis padres esperaban y de hecho insistían en que estudiara computación, pero yo quería la fotografía – lo vi como mi última oportunidad de intentarlo. Pero, como me lo recordaron, no tenía una cámara. No me importaba, tampoco necesitaba la aprobación de nadie, así que después de pedir una cámara prestada a mi amiga, me puse manos a la obra. La primera foto que tomamos fue con una caja de zapatos en papel fotográfico… ¡Era absoluta magia!
En 1997, con alrededor de cien libras británicas en sus bolsillos, Ester se mudó desde su lugar de origen Barcelona hacia Reino Unido.
– Llegar a Londres sin mucho dinero, apenas sabiendo inglés, y sin un solo contacto local no me dejó más opción que trabajar muy duro y hacer todo lo necesario por sobrevivir. Se hizo claro bastante pronto que estaba sola y que si no podía traer la comida a la mesa, nadie más lo haría por mí. Aprendí sobre la auto-dependencia a las malas y también descubrí lo obstinada, tenaz, y trabajadora que puedo ser. Recuerdo ocasiones en las que apenas tenía diez euros para sobrevivir la semana, caminando hacia el trabajo para ahorrar dinero, encontrando todos los trucos para sobrevivir en uan de las ciudades más caras del mundo – todo mientras aún estaba aprendiendo el lenguaje de un nuevo país. Trabajé como camarera durante mis estudios y mis primeros días de fotografía freelance, siete días a la semana si era necesario, razonando que el sueño podría esperar hasta que muriera… Sólo seguí, intentando desesperadamente seguir a flote.
Durante estos años de esencialmente sobrevivir sin nada, debió haber sido desastrozo si repentinamente su equipo de fotografía hubiese sido robado o se hubiese averiado.
– Afortunadamente nada de eso pasó. La parte trasera de una de mis cámaras se rompió y recuerdo haber usado cinta adhesiva por un tiempo para que se mantuviese cerrada. Y también, como parte de mi misión de hacer todo lo posible para ayudar a mi fotografía, acepté un trabajo en una tienda de cámaras, lo cual tenía muchas ventajas – desde tomar prestado equipo hasta los descuentos de empleado. Tuve la suerte de conocer a muchos aliados que han sido increíblemente útiles a día de hoy. Interesantamente, cuando un intruso entró en mi apartamento, encontraron la cámara pero la dejaron en la cama. Las cosas habrían sido muy diferentes ahora si la hubiesen tomado.

El plan original de Ester era vivir en Londres sólo unos meses durante el verano, trabajando como un demonio para traer todo el dinero a casa posible para financiar sus estudios fotográficos. Tristemente, poco después de que estaba programado su retorno, su hogar fue robado y todos sus ahorros fueron robados, lo que pavimentó el camino para un regreso a casa con las manos vacías. Esa no era una opción, y viendo que aún tenía el trabajo de camarera y – milagrosamente – su cámara, Ester decidió quedarse.
– Se sintió como el peor tipo de catástrofe – devastador. Odiaba tanto la vida; ese sentimiento que tienes cuando todo es una puta mierda. Sólo fueron unos años hasta que me di cuenta de que si eso no hubiese pasado, mi vida habría tomado un giro totalmente distinto y, viendo en retrospectiva todo lo que he logrado desde entonces, mi percepción a cambiado de desastre a alegría… Como dicen: las maldiciones son bendiciones en disfraz. Y pueden estar disfrazadas como una maldición por muchos putos años, créeme.
Pero, como previamente fue implicado, este pequeño debate terminó mereciendo la pena, pues le permitió hacerse camino en la industria. Aunque generalmente no se interesa por la charlatanería, Ester tuvo que hacer tácticas en cubierto para poder meter un pie en la puerta.
– Aún estaba estudiando fotografía y trabajando en mi portafolio cuando fui a ver a NEBULA, pero el concierto estaba agotado así que me acerqué a los de la sala de conciertos y les dije que trabjaba para una revista de música española y que necesitaba un permiso para tomar fotos. ¡Y dijeron que sí! Eso fue hace más de quince años, cuando apenas había alguien con equipo de fotografía profesional en los conciertos. En ese entonces, tomar fotos de costaba dinero. Usar diapositivas, como lo hacía yo, te costaba unos veinte euros por un rollo de 36 casillas, sin la opción de borrar una foto… No como las fotos gratis que puedes tomar con los smartphones hoy en día. De alguna forma logré no arruinar las fotos así que tuve la idea de acercarme a alguna revista, por si había interesados. Una de ellas fue Terrorizer, a los cuales les gustaron tanto que me dieron mi primera tarea freelance: STATIC-X en el Astoria. Aún recuerdo lo nerviosa que estaba, entrando al concierto, hacerme camino a través del pit, ¡y el horror cuando me dijeron que sólo tenía tres canciones para tomar las fotos! Pero debo haber hecho un buen trabajo – a los de Terrorizer les encantaron las fotos y ese fue el comienzo de una colaboración que perduraría por muchos años; tomando fotos en vivo, promocionales, y, eventualmente, muchas portadas.
¿En qué punto sentiste que habías tenido éxito?
– No ha cambiado mucho, en realidad – trabajo igual de duro que siempre así que honestamente no podría decirte cómo se siente el éxito, ¡jaja! Creo que en lo que he tenido éxito ha sido en dedicar tiempo y energía a lo que alimenta mi fuego, sin comprometerme de ninguna forma. He abandonado trabajos que no me permitían priorizar la fotografía y he sido despedida por escoger ir a tomar fotos en un concierto a cambio de nada en lugar de hacer mit rabajo y ganar dinero. No hice nada de esto teniendo ninguna seguridad, sino la sensación de saltar de un puente, sólo para darte cuenta de que siempre habrá otra plataforma más allá de ese borde, y todo lo que tienes que hacer es nunca rendirte. Es el miedo el que te detiene de vivir.
Ester dice que se dio cuenta pronto en la vida que seguir sólo a su corazón – contrario a la razón guiada hacia las finanzas, la estabilidad, o la seguridad – fue la única opción.
– Me refiero al corazón como la voz que no habla por la lógica o por la racionalidad, sino por el amor. Podría ser instinto, intuición… Pero si viene del amor, entonces creo que es el corazón. «Es imposible», dijo el orgullo, «es arriesgado» dijo la experiencia, «es inútil» dijo la razón… «Inténtalo», susurró el corazón. Siempre seguiré a la voz que me diga que lo intente, y si esa es una forma delirante de vivir, ¡entonces debo estar desquiciada!

¿Cuál ha sido el peor inconveniente por el que has pasado en una sesión de fotos?
– ¡Siempre hay un inconveniente! Estar a merced de las administraciones, los intermediarios, la seguridad de aeruopuerto, las aerolíneas, el transporte público, la burocracia… Una de las sesiones más logísticamente desafiantes fue para la portada del primer Decibel Tour: BEHEMOTH, WATAIN, THE DEVIL’S BLOOD e IN SOLITUDE. Cuatro bandas extremadamente ocupadas y una fotógrafa, cuatro países distintos, tres disquieras diferentes, más de 200 emails a lo largo de meses de logísticas y presupuestos… ¡Muchas veces, todo estuvo por derrumbarse! Pero a la mierda, lo logramos al final.
Aunque el portafolio musical de Ester incluye todo tipos de metal, la mayoría se relaciona al black metal de una u otra forma.
– Encontrar tu hogar cambia todo y esa es la sensación que tuve cuando me encontré por primera vez con el black metal. Me conecté con una parte de mí misma que siempre estuve ahí pero que nunca había encontrado una expresión; algunos lo llamarían la sombra. Una vez la llama se encendió, lo único que deseaba era seguir explorando – ofreciéndome para ser consumida por el fuego. El 2010 trajo un momento formativo similar cuando sentí el olor de la muerte en Wolf’s Lair, el antiguo bunker de WATAIN en Estocolmo. La energía y la actitud sin compromisos, temeraria y sin ley que me avasalló cuando trabajé con ellos por primera vez. Lo comprometidos que son con todo lo que hacen, su actitud desafiante de caminar por la ciudad con el pecho descubierto, cubiertos en sangre y cargando hoces y antorchas a través de la nieve, sacar todos sus recursos para la sesión de fotos al igual que lo hacen para los conciertos y la música. Fue muy re-afirmante de vida, porque así es como me gusta hacer las cosas a mi también.
Cuando observas tus alrededores, tu inclinación fotográfica afecta la manera en que interpretas el mundo?
– Ciertamente lo hace… A veces proceso la realidad en monocromo, otras veces en color, y cuando relaciono ideas, usualmente veo las cosas en escenas o marcos. Nunca me salgo del modo de «tomar fotos» – si no tengo mi cámara, lo hago mentalmente. Muchas veces en un concierto tengo que cerrar los ojos para dejar de pensar en tomar fotos y dejarme llevar.
Cuando me acerco a un artículo como este, en el momento en que he comenzado a escribir, generalmente ya tengo una estructura básica formulada para lo que quiero hacer: qué tipo de paso y momentum, dónde comenzar y dónde terminar, y demás. Asumo que Ester emplea una metodología similar cuando trabaja con sus clientes.
– Cuando me preparo para una sesión, voy al núcleo de la banda; su arte y sus acciones. Escucharé su música, preferiblemente el material en el que estén trabajando, y tomo en consideración lo que han hecho antes, sus carreras, sus logros, etcetera. Hacer una sesión con músicos que recién están comenzando es distinto a hacerlo con alguien con veinte años de experiencia. SI es posible, tendré contacto directo con la banda para discutir nuestras ideas. Cuando escucho música, muchas imágenes fluyen a través de mi mente. También me puedo meter en esa mentalidad en la sesión, corto mi conexión con la realidad y con lo que me rodea más allá de lo que estoy fotografiando; pierdo mi sentido del ser enteramente, moviéndome y canalizando y capturando lo que está sucediendo en frente de la cámara. Estoy completamente en la zona – estar demasiado cerca del fuego, o de un cuchillo en las manos de un asesino, demasiado frío, demasiado alto, demasiado oscuro, demasiado viento, demasiada lluvia, demasiado caliente, demasiado peligroso – nada de eso importa. Finalmente, es como levantarte de un sueño… ¡O de una pesadilla, jaja!
¿Tu fotografía sigue mejorando, crees que has llegado a tu cima?
– Aún a día de hoy siento que no sé lo que estoy haciendo. Para mí, el proceso siempre es el mismo: empiezas con nada hasta que tienes algo. El desafío yace en el proceso a través del que creas lo que capturas y la honestidad que hay en ello. Me gusta desafiarme a un nivel técnico, así que tan pronto como he amaestrado una técnica o una forma de hacer las cosas, empezaré a trabajar con otra. Al igual que la derrota es parte del éxito, el éxito puede ser una derrota – intentar algo diferente o incluso mejor. Para mí, es un proceso constante de aprender, desafiarme, intentar, descubrir adentro y afuera.